La Inspección Técnica de Vehículos constituye un procedimiento obligatorio para todos los automóviles que circulan por nuestras carreteras. Este examen periódico garantiza que los vehículos mantienen las condiciones mínimas de seguridad requeridas para circular sin poner en riesgo a sus ocupantes ni al resto de usuarios de la vía. Entre los diferentes tipos de deficiencias que pueden detectarse durante la revisión, las faltas leves en la ITV representan las más comunes y, aunque no impiden la obtención del certificado favorable, requieren una atención específica por parte del propietario del automóvil.
Comprender la naturaleza de estas irregularidades menores resulta fundamental para abordar la inspección con mayores garantías de éxito. Muchos conductores desconocen que incluso pequeños descuidos en el mantenimiento del vehículo pueden derivar en observaciones durante el proceso de verificación. Por este motivo, conviene familiarizarse con los criterios técnicos que aplican los centros autorizados para clasificar las distintas anomalías detectadas en los sistemas del automóvil.
¿Qué son los defectos leves en la inspección técnica?
Las deficiencias catalogadas como de poca gravedad corresponden a aquellas irregularidades que, sin comprometer de manera inmediata la seguridad vial ni generar un riesgo evidente para las personas, se apartan de los parámetros establecidos en la normativa vigente. Estas observaciones suelen relacionarse con elementos cuyo funcionamiento no afecta directamente a las capacidades fundamentales del vehículo, pero que requieren una corrección para ajustarse a lo dispuesto legalmente. La característica principal que las define radica en que no impiden la superación de la inspección, aunque quedan registradas en el informe oficial.
Desde una perspectiva técnica, los centros de Imd Ingeniería explican que estos fallos menores frecuentemente se detectan en componentes cuyo deterioro no ha alcanzado niveles críticos. Los profesionales que realizan las verificaciones evalúan cada elemento según criterios estandarizados que permiten clasificar las desviaciones detectadas en diferentes categorías según su potencial peligrosidad. Esta metodología garantiza una valoración objetiva y uniforme en todos los puntos de inspección autorizados en el territorio nacional.
Resulta esencial distinguir estos problemas de escasa importancia de aquellos considerados graves o muy graves, que sí suponen un impedimento para obtener el certificado de aptitud. Mientras las deficiencias de mayor gravedad exigen una reparación inmediata antes de poder circular legalmente, las de menor relevancia permiten que el vehículo continúe su circulación normal, aunque aconsejan una revisión en un plazo razonable. Esta diferenciación responde al principio de proporcionalidad en la aplicación de los requisitos técnicos.
Ejemplos de fallos considerados de poca gravedad
Entre las situaciones más frecuentes que los técnicos identifican como irregularidades menores destacan las relacionadas con el sistema de iluminación. Un faro con una bombilla fundida, aunque el resto funcionen correctamente, suele catalogarse dentro de esta categoría. Igualmente, los pilotos traseros o intermitentes con ligeras fisuras que no afectan a su visibilidad desde la distancia reglamentaria constituyen ejemplos típicos de estas deficiencias. Estos problemas, aunque no comprometen la circulación inmediata, deben resolverse para garantizar una visibilidad óptima en todas las condiciones.
El desgaste desigual de los neumáticos, cuando no supera los límites establecidos para considerarse peligroso, representa otro caso habitual de defecto leve. Los profesionales de la inspección miden minuciosamente la profundidad del dibujo en diferentes puntos de la banda de rodadura para determinar si el desgaste se distribuye de manera homogénea. Asimismo, pequeños deterioros en elementos de la carrocería como abolladuras superficiales o arañazos que no afectan a la estructura ni a sistemas cruciales del vehículo suelen recibir esta calificación durante el examen.
En el apartado documental, la ausencia de alguna pegatina en el parabrisas, como la de la ITV anterior, aunque el conductor presente la documentación en regla, puede considerarse una observación de escasa importancia. Del mismo modo, algunos elementos interiores como el cinturón de seguridad que presente dificultades leves para enrollarse correctamente, sin comprometer su función de retención, podría catalogarse dentro de esta categoría. Estos ejemplos ilustran la variedad de aspectos que los técnicos evalúan durante su minuciosa revisión.
¿Cuántas deficiencias leves se admiten en la revisión?
Una cuestión que genera frecuentes dudas entre los conductores concierne al número máximo de irregularidades de este tipo que un vehículo puede presentar sin que ello afecte al resultado final de la inspección. La normativa actual no establece un límite numérico concreto para las deficiencias catalogadas como de poca gravedad, sino que evalúa globalmente el estado del automóvil. No obstante, la acumulación excesiva de estas observaciones podría sugerir un mantenimiento deficiente del vehículo, lo que podría derivar en una calificación desfavorable si se considera que existe un patrón de negligencia.
Los expertos de IMD Ingeniería especializados en la emisión de tarjetas ITV recomiendan abordar cualquier anomalía detectada, independientemente de su clasificación, antes de presentar el vehículo a inspección. Esta práctica no solo incrementa las probabilidades de obtener un resultado favorable sin observaciones, sino que contribuye a mantener el automóvil en condiciones óptimas de seguridad y funcionamiento. La presencia de múltiples defectos leves, aunque no supongan el rechazo inmediato, refleja un descuido en el mantenimiento preventivo que conviene corregir.
Es importante destacar que los técnicos inspectores poseen criterios unificados para valorar el conjunto de deficiencias detectadas, considerando tanto su número como su naturaleza y distribución en los diferentes sistemas del vehículo. La concurrencia de varias irregularidades menores en un mismo sistema o componente podría indicar un deterioro progresivo que, de no atenderse, podría derivar en problemas más serios en el futuro. Por este motivo, resulta aconsejable resolver todas las observaciones registradas, incluso aquellas consideradas de escasa relevancia.
Consecuencias de tener estos problemas en el vehículo
La principal implicación de contar con deficiencias catalogadas como leves durante la inspección técnica radica en que el vehículo obtiene el certificado de aptitud, pero con la anotación expresa de estas observaciones en la documentación oficial. Esto significa que el automóvil puede circular con normalidad hasta la próxima revisión periódica, aunque el propietario deberá ocuparse de resolver las irregularidades detectadas en un plazo razonable. La legislación no establece un tiempo máximo para subsanar estos defectos, pero su corrección temprana evita que deriven en problemas más graves.
Desde una perspectiva práctica, descuidar la resolución de estas anomalías podría complicar futuras inspecciones si alguno de estos problemas menores evoluciona hacia una deficiencia de mayor gravedad. Por ejemplo, una pequeña fisura en un faro que permite la entrada de humedad podría deteriorar el sistema eléctrico con el tiempo, generando un fallo que en la siguiente revisión sería catalogado como defecto grave. Esta progresión en el deterioro de los componentes constituye el principal riesgo asociado a no atender las observaciones consideradas de poca importancia.
En el contexto de procesos de homologación de vehículos, la presencia de múltiples irregularidades leves podría influir en la valoración global del estado del automóvil, especialmente en operaciones de compraventa donde el potencial adquirente solicita un informe detallado de su condición. Aunque legalmente no existen sanciones directas por circular con estas deficiencias, excepto que evolucionen hacia fallos que sí las generen, mantener el vehículo en óptimas condiciones representa una actitud responsable hacia la seguridad vial y hacia la preservación del propio automóvil.
Consejos para prevenir las faltas leves
La estrategia más efectiva para evitar la aparición de irregularidades durante la inspección técnica consiste en realizar un mantenimiento preventivo regular del vehículo, abordando pequeños problemas antes de que deriven en deficiencias registrables. Una revisión visual periódica de elementos como las luces, los neumáticos, los retrovisores y los elementos de la carrocería permite detectar a tiempo posibles anomalías que podrían ser observadas durante el examen oficial. Esta práctica, sencilla y económica, contribuye significativamente a superar la inspección sin observaciones.
Programar una verificación pre-ITV en un taller de confianza representa otra medida altamente recomendable para identificar y corregir posibles deficiencias antes de la cita oficial. Los profesionales automovilísticos conocen los puntos que los técnicos inspectores evalúan con mayor minuciosidad y pueden anticiparse a posibles observaciones. Esta revisión previa resulta especialmente útil para detectar problemas en sistemas menos visibles para el conductor habitual, como el estado de algunos componentes del chasis o pequeñas fugas en los circuitos hidráulicos.
Mantener una documentación ordenada y actualizada del vehículo constituye otro aspecto fundamental para prevenir observaciones durante el proceso de inspección. Asegurarse de que todas las pegatinas obligatorias se encuentran correctamente colocadas en el parabrisas, conservar los justificantes de las últimas revisiones y disponer de toda la documentación requerida facilita el desarrollo de la verificación administrativa. Estas medidas, combinadas con una conducción responsable y un mantenimiento adecuado, maximizan las probabilidades de superar la inspección técnica sin ninguna observación, incluidas las consideradas de escasa gravedad.

